De niña mi papá compró una cámara de video, me llevó a buscar y grabar cóndores. Por años el páramo fue nuestro hogar. La tragedia golpeó mi vida con un crimen que ocasionó la muerte de mi papá. Una década después, evoco su memoria llevando a mi hijo a grabar cóndores, encontrando una especie al borde de la extinción. Decido unirme a los biólogos que protegen los últimos cien cóndores del país. En la tradición andina las aves son el vínculo con nuestros muertos, con esta película pretendo desafiar la muerte y la extinción para transmitir el ritual de mi padre a mi hijo.