Desde niña, Maria Quitéria tenía a su tierra como refugio. Pasaba su tiempo libre cabalgando, cazando y pescando, intereses considerados raros para una mujer de su época. A los 10 años, necesitó dejar de lado sus intereses para asumir responsabilidades de casa y el cuidado con sus hermanos más jóvenes después de la muerte de su madre. A los 28 años, los duros conflictos entre portugueses y brasileños se extendieron y Quitéria percibió que la muerte volvía a aproximarse de su familia. Tomada por el deseo de protección y de luchar por la propia libertad, ella huyó de su casa y se inscribió para servir al Ejército como Soldado Medeiros, convirtiéndose reconocida por su duro trabajo. Participó de momentos históricos como las batallas de Pirajá e Itapuã, el ataque con mujeres de Cachoeira a soldados portugueses y también de la celebración de la independencia brasileña, el día 2 de julio de 1823. Mismo con su valentía, murió en el anonimato en Salvador, donde hoy posee una estatua en su homenaje